Probablemente conozcas el dicho.
“¿Quieres hacer reír a Dios? Cuéntale tus planes.”
Significa que no importa cuánto planifiquemos o cuánto control intentemos ejercer sobre las cosas; nunca estaremos realmente a cargo de lo que va a suceder.
… Pero eso no significa que tengamos que dejar de soñar.
Al fin y al cabo, planificar, tratar de controlar lo que va a suceder, es también una forma de soñar.
Soñar que las cosas que han merecido nuestro tiempo y atención, ya sea porque las consideramos buenas o importantes, van a suceder; soñar que aquello por lo que hemos trabajado tanto finalmente dará sus frutos.
Para planear, necesariamente tenemos que tener esperanza. Y para tener esperanza tenemos que alejarnos lo más posible de toda filosofía o persona que nos quiera convertir en víctimas del tiempo que nos ha tocado vivir.
Como tanta gente de tiempos anteriores al nuestro, somos guerreros. Tenemos que serlo.
Porque solo desde ese lugar de empoderamiento real podremos imaginar un mundo mejor, podremos dedicar esfuerzos a las cosas que tienen sentido en lugar de a cosas que no.
Y podremos adaptarnos y reinventarnos en caso de que Dios se ría de nuestros planes y nos obligue a cambiarlos.
Pensado y escrito por humanos.
28 de agosto del 2024